“Nadie quiere la violencia”: el llamado de Sheinbaum y la batalla por la narrativa del 15N
Entre herramientas para cortar vallas y cuentas extranjeras en redes, la movilización del sábado dejó claro que la estrategia es provocar al Estado… pero no todos caen.
📣 De la Generación Z… a los de siempre
Nos vendieron la marcha del 15 de noviembre como un “alzamiento juvenil”, una especie de primavera TikTok contra la dictadura imaginaria de la 4T. Hasta le pusieron nombre de branding: la “Generación Z despierta”. Pero bastó ver los rostros en el Zócalo —los de siempre, los mismos de la Marea Rosa con camisa bien planchada y discurso bien gastado— para entender que esto no era una insurrección adolescente… era una estrategia reciclada.
“Vimos caras muy conocidas… los mismos de la Marea Rosa, los mismos que participaron el sábado. Muchos adultos, pocos jóvenes.” — Presidenta Claudia Sheinbaum
🎭 La narrativa fabricada
Antes del sábado, el aparato de propaganda estaba listo: videos, convocatorias, hashtags. Infodemia reportó más de 90 millones de pesos en promoción digital, muchas cuentas extranjeras (desde Miami hasta Madrid) y hasta influencers operando como si se tratara del estreno de una serie en streaming, no de una movilización política.
¿Espontáneo? Por favor. Esto tenía más guion que un comercial de shampoo. Tras la marcha con baja convocatoria juvenil, vino la campaña internacional: “En México se reprime a los jóvenes”. ¿La evidencia? Un grupo violento con la cara cubierta, equipado con marros, ganzúas, esmeriles y una misión clara: derribar la valla del Zócalo. Y no para avanzar, sino para atacar a la policía.
🚨 La provocación no funcionó
La Presidenta lo dijo sin ambigüedades:
“No vamos a caer en la provocación.”
Y resistieron. Durante más de dos horas, elementos de la policía capitalina —sin toletes, sólo con escudos— aguantaron pedradas, fuego y agresiones. Se rompieron los bloques del Zócalo y se lanzaron como proyectiles. ¿Quiénes eran? ¿Quién los mandó? ¿Quién les pagó? La fiscalía ya investiga. Pero el objetivo estaba claro: provocar represión, grabarla y viralizarla.
🔥 El contexto y la trampa
Mientras medios afines y “analistas” de siempre lloraban por el futuro de la juventud reprimida, Sheinbaum recordó una verdad incómoda:
“En México no se reprime a los jóvenes. Al revés, les damos becas, escuelas, trabajo… los abrazamos.”
Pero eso no entra en el guion. La historia que quieren contar es otra: una juventud en rebelión contra una dictadura de izquierda. Aunque las encuestas indiquen que la mayoría de los jóvenes apoya a la 4T, eso no detiene la narrativa prefabricada desde teclados de guerra cultural.
🔧 ¿Qué había detrás?
Un sector de la oposición está desesperado. Lo dijo Jorge Castañeda, sin empacho: “Hay que irse con la guerra sucia.”
Y el PAN, vía su dirigente nacional, no se quedó atrás: “Lo que nos falta es ya la violencia.”
Pues ya la tienen. Pero la ciudadanía —y el Gobierno— no mordieron el anzuelo.
✊🏽 El llamado
La Presidenta fue clara:
“Puede haber oposición, qué bueno que haya oposición… pero la violencia no lleva a nada.”
El mensaje no es para los violentos —esos no escuchan— sino para la mayoría silenciosa que sí cree en la democracia, que sí quiere debate, pero no con esmeril en mano.
🧠 Y aquí es donde la inteligencia artificial y la estupidez humana se unen para opinar
Porque entre deepfakes de banderas falsas y edits emocionales, lo que importa es el guion. ¿Quién lo escribió? ¿Quién lo financia? ¿Por qué la misma imagen, la misma retórica y el mismo caos aparecen en Chile, en España, en Argentina… y ahora aquí?
No es casualidad. Es una estrategia.
Y mientras algunos buscan likes con gasolina, otros —como la Presidenta— se aferran a la responsabilidad. Porque en tiempos donde el odio se sube en trending topic, resistir con paz es el verdadero acto subversivo.
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