Raíces que resisten: la comunidad milpera como modelo y memoria
¿Qué es una milpa?
La milpa es un sistema agrícola tradicional que reúne maíz, frijol, calabaza y otras especies en un solo terreno, definiéndose como un policultivo ancestral que combina biodiversidad, cultura y sustento. Está en el centro de la alimentación de pueblos mesoamericanos desde hace miles de años, y hoy se reivindica como clave para la soberanía alimentaria y el futuro de la producción agrícola mexicana.
Comunidad milpera: más que cultivo, vínculo social
Cuando hablamos de una comunidad milpera no sólo nos referimos al grupo de productores que siembra la milpa, sino a la red social, cultural y económica que se articula alrededor de esta práctica: saberes transmitidos por generaciones, semillas propias, trabajo colectivo y una visión comunitaria de la tierra. Es lo que el gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo designó recientemente como “comunidad milpera” en sus programas agrícolas.
En esa comunidad milpera se encuentra el futuro de la agricultura mexicana: jóvenes que aprenden, mujeres que producen, semillas criollas que resisten y maíz nativo que vuelve a la mesa. Este no es un simple cliché, es una estrategia concretísima. Porque si la milpa muere, muere también una parte de nuestro país.
¿Por qué importa hoy?
Vivimos tiempos en que la innovación y el mercado aplastan tradiciones. Pero justo ahí, entre la modernidad que arrasa y lo urbano que olvida, la comunidad milpera surge como resistencia. Como gesto político y como modelo productivo. Cultiva resiliencia, diversificación, soberanía y dignidad.
El programa que impulsa comunidades milperas en México apunta a que por cada 100 productores haya maquinaria ligera compartida, jóvenes vinculados al campo, y valor agregado para la producción de maíz nativo. No es solo sembrar: es producir para consumo propio, para mercado y para orgullo nacional.
Retos de la comunidad milpera
Las amenazas son reales. El cambio climático, la migración, la agroindustria que homogeneiza semillas… Todo conspira contra la comunidad milpera. Estudios recientes advierten que este sistema tradicional hoy alimenta a millones de personas y es clave para conservar biodiversidad. Pero también se nota el abandono de jóvenes que migran, los suelos que pierden fertilidad, y los apoyos que tardan o no llegan.
Por eso la intervención estatal importa: no solo porque inyecta recursos, sino porque legitima lo tradicional, lo local, lo milpero.
Y aquí es donde la inteligencia artificial y la estupidez humana se unen para opinar
Hay máquinas, existe tecnología punta, drones, big data. Pero al final del día, lo que sostiene la milpa es la mano que cuida la tierra, la familia que defiende la semilla y la comunidad que comparte el conocimiento. Mientras algunos apuestan a lo global, la comunidad milpera apuesta a lo cercano, lo propio y lo eterno.
Y si la agricultura no es política, que alguien me explique por qué cuidar la semilla importa tanto como votar.
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