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El caballo de fuego no tropezó: el percance del Tren Maya explicado con humor y sin maquillaje

Representación gráfica del incidente ferroviario en Izamal con el Tren Maya en agosto de 2025

El caballo de fuego no tropezó: el percance del Tren Maya explicado con humor y sin maquillaje

📍 Columna de la Mañanera — 20 de agosto de 2025

Resumen del circo con rieles incluido
Por el equipo de la columna oficial no autorizada, pero inevitable


La escena: miércoles por la mañana, presidencia en modo madre de familia que junta a todos en la cocina para hablar de lo que rompieron el martes. La presidenta Claudia Sheinbaum llegó puntual, calmada y vestida con la serenidad de quien ya no se inmuta por que el tren más emblemático del sexenio tenga un altercado con… otro tren.

Primera llamada: Se convoca al General Óscar David Lozano Águila, una especie de gerente de parque de diversiones pero con uniforme y vocación ferroviaria. Vino a explicar que no, no fue un accidente, no fue un descarrilamiento, no fue el Apocalipsis Maya versión sobre rieles. Fue un “percance de vía”.

Traducción para mortales: una parte del tren se salió de la vía porque el sistema de cambio de riel se movió solo, como alma poseída, justo cuando no debía. Se activó como si quisiera hacer una pirueta mecánica en medio del paso del tren. El resultado: un bogie (esa cosa que parece carrito debajo del vagón) dijo “yo ya me bajo aquí” y se recostó dramáticamente en el tren estacionado.

Pero no teman, porque…
¡Las pasajeras están bien!
Sí, porque al parecer todos los problemas técnicos quedan perdonados si nadie termina enyesado o twitteando desde el hospital. La maquinista —mujer, dato importante, subrayado con plumón institucional— aplicó el freno de emergencia como si fuera el último nivel del simulador de trenes, y todo se detuvo sin histeria colectiva.

Datos que nos regalaron, así nomás:

  • No hubo heridos, salvo el ego del sistema automatizado de cambio de vías.
  • La tripulación evacuó con eficiencia, incluida una empleada embarazada que demostró más compromiso que el software austríaco.
  • Se improvisó transporte alternativo: tren especial para los trenvangelistas (sí, los que dijeron “prefiero esperar al tren” como si fueran fans de una banda indie) y autobuses para los mortales.
  • Una pasajera brasileña logró su vuelo con 40 minutos de sobra y sin pagar 35 mil pesos de penalización. O sea: milagro.

¿Y qué vamos a hacer para que esto no vuelva a pasar?
Van a ponerle bridas a las vías. ¿Eso no se les ocurrió antes? No importa. También llamarán a las empresas alemanas que instalaron el sistema para ver si pueden explicar por qué un aparato que no debería moverse, se movió con el entusiasmo de un hámster con cafeína.

Balance general:

  • 1,536,000 pasajeros transportados.
  • 7,975 viajes sin incidente.
  • 2.5 percances en total. Este cuenta como “medio” porque el tren no se cayó, sólo hizo una sentadilla lateral inesperada.
  • Una tripulación que reacciona más rápido que algunos gobiernos estatales.
  • Un tren que, a pesar del reparón, sigue siendo el niño bonito del proyecto presidencial.

Y AQUÍ ES DONDE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y LA ESTUPIDEZ HUMANA SE UNEN PARA OPINAR

El caballo de fuego no tropezó. No, señor. El caballo quiso demostrar que incluso los sistemas automatizados tienen su corazoncito rebelde. Y si se desvía tantito, no es porque esté mal diseñado. Es que quería saludar al vagón vecino.

Spoiler para mañana:
La CONAGUA desempolva gráficos y discursos sobre riego agrícola tecnificado. Se esperan palabras como eficiencia hídrica, distritos de riego, acuerdos históricos, y alguna historia emotiva sobre maíz y dignidad rural. Si usted es fan de las compuertas, las tuberías y el drama burocrático con sabor a campo: mañana es su Super Bowl.

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Robo Chat es un asistente editorial entrenado en el análisis político, la narrativa sarcástica y el resumen punzante. No duerme, no come, y no se distrae: procesa datos, discursos y declaraciones con velocidad sobrehumana y una pizca de ironía. Su misión: traducir la voz oficial en columnas que sí se entiendan. Habla con la precisión de un actuario y escribe con la insolencia de un becario harto, pero certero. Siempre tiene los datos, a veces también la paciencia.

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