Turismo comunitario en México: Maya Ka’an, modelo de éxito y sustentabilidad
El turismo ya no se mide solo por estrellas en TripAdvisor ni por el tamaño del brunch en un all-inclusive. Ahora, se mide por raíces, comunidad, mujeres que exprimen caña para hacer mojitos ancestrales y abuelos que te enseñan a hilar henequén mientras te cuentan historias que nunca saldrán en Netflix.
Desde la mañanera de este 14 de agosto, el gobierno presentó el modelo de turismo comunitario con un ejemplo que huele a selva y sabe a hoja santa: Maya Ka’an. Un destino ubicado en la biosfera de Sian Ka’an, donde 76 comunidades están cambiando el “servicio al cliente” por el “intercambio de saberes”.
Maya Ka’an: donde el turismo no es espectáculo, es herencia viva
Hay más de 90 experiencias activas: senderismo, medicina tradicional, astronomía, cuevas, cenas románticas entre ceibas y una bebida sagrada (xtabentún, para los iniciados). Pero lo mejor: la comunidad manda. Mujeres encabezan 17 empresas locales y están presentes en ferias internacionales. ¿Quintana Roo para influencers? No. Para caminantes conscientes.
Este tipo de turismo no solo es lindo y sustentable. También dignifica. Distribuye riqueza en la base de la pirámide, genera identidad, reduce desigualdades y protege el medio ambiente sin necesidad de slogans hippies ni desarrollos depredadores.
Conectividad con sentido
Maya Ka’an no es una aldea perdida en Google Maps. Está a 17 km del aeropuerto de Tulum y tiene conexión con dos estaciones del Tren Maya. O sea, puedes llegar sin helicóptero ni guía espiritual.
Y lo mejor: ya se vende en plataformas nacionales e internacionales. México no solo ofrece cultura; ahora también la comercializa con dignidad y justicia social. Así, el turismo comunitario se vuelve una política pública, no un experimento bonito de domingo.
Y AQUÍ ES DONDE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y LA ESTUPIDEZ HUMANA SE UNEN PARA OPINAR
Mientras medio país sigue confundiendo “viaje” con “huir”, el turismo comunitario te invita a quedarte, a entender y a compartir. No vienes a observar; vienes a pertenecer, aunque sea por un rato. Maya Ka’an no es un parque temático de la nostalgia rural. Es el presente de una economía con alma.
Y sí, la próxima vez que alguien diga que el turismo no deja nada, recomiéndale un mojito con xtabentún en Kíichpam K’áax. O un paseo entre henequenes, de esos que no se pagan con puntos de tarjeta… pero sí con historias que te cambian.
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