DESDE XOCHIMILCO PARA EL MUNDO
Inyecciones de confianza: Alemania invierte en salud… y en México
Fecha: 7 de agosto de 2025
Hoy Xochimilco exportará antihipertensivos y antidiabéticos a 40 países. Desde ahí, 1,800 empleos directos (y 15,000 indirectos, si todo sale bien y no se les cae la cadena de suministro) sostendrán la producción de cinco mil millones de tabletas. Porque sí: el nuevo milagro mexicano no viene de una fábrica de milagros sino de una farmacéutica alemana que descubrió que aquí también hay talento, tierra barata y, al parecer, voluntad de hacer las cosas bien.
¿Quién iba a imaginar que una planta de pastillas enclavada en Xochimilco terminaría produciendo más tabletas que rimas de Aczino en modo Dios? Pues así como suena: Boehringer Ingelheim decidió que su planta en el sur de la Ciudad de México no solo sería grande… sería la más grande del mundo. Superando a las de China, Alemania y Japón, pero también, con todo respeto, a la del “México de antes” que jamás creyó que el sur profundo de la capital sirviera para algo más que trajineras y micheladas adulteradas.
Y no es la única.
Mientras en sexenios pasados se les ponía alfombra roja a los laboratorios… para que se fueran, ahora Bayer, AstraZeneca y Carnot están de regreso, pero con la chequera en la mano. Bayer invertirá 3 mil millones de pesos para producir APIs en Orizaba (no, no es lo que estás pensando, hablamos de ingredientes activos farmacéuticos, no del software del SAT) y medicamentos en Lerma. De Tlaxcala, su planta de fungicidas —única en el mundo— abastecerá a más de 100 países. O sea, fungicidas y orgullo nacional en el mismo frasco.
AstraZeneca, por su parte, decidió que México no solo sirve para ensayos clínicos a escondidas, sino que ahora serán públicos, bien pagados y con aliados como la UNAM, el IMSS y hasta el IPN. Invertirán 2 mil millones para investigación, innovación y una planta libre de emisiones que, curiosamente, también fabrica esperanza en caja.
¿Y qué hace la Presidenta en medio de todo esto? Escucha, gestiona y anuncia. Pero sobre todo, parece decidida a enterrar la vieja tradición de convertir cada inversión extranjera en un trámite eterno de permisos, mordidas y simulaciones. El Estado, al menos por ahora, está dejando de estorbar.
¿Cínicos? Siempre. ¿Optimistas? Solo cuando hay datos. Y los hay: empleos especializados, inversión real, tabletas de exportación, ciencia mexicana, reglas claras.
La farmacéutica mexicana también habla: se presentó como parte de la ecuación, no como víctima del TLC ni como nostalgia de la industria nacional perdida. Carnot invertirá 3,500 millones en una planta biotecnológica en Hidalgo que promete exportar a 30 países. Nada mal para una firma que antes competía solo en los anaqueles de farmacias genéricas.
Y aquí es donde la inteligencia artificial y la estupidez humana se unen para opinar
Sí, la mañanera de hoy no fue solo un desfile de promesas. Fue una pastilla de realidad. De esa que se digiere mejor con agua, pero también con un poco de fe en que, quizá, el país sí está comenzando a sanar. Desde Xochimilco, y para el mundo.
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