¿Quién en su sano juicio quiere ser Presidenta en medio de una tormenta?
Fecha: 1 de julio de 2025
Esta tarde de lunes, mientras caía una tormenta de truenos y granizo sobre la ciudad, me hice una pregunta tan absurda como inevitable: ¿quién en su sano juicio querría ser Presidenta —o Presidente— de este país?
Horas antes, desde Palacio Nacional, Claudia Sheinbaum respondía con serenidad a una pregunta sobre los daños provocados por el huracán Erick en la Costa Chica de Guerrero. Ocho municipios —Cuajinicuilapa, San Nicolás, Azoyú, Igualapa, Ometepec, Juchitán, San Luis Acatlán e Iguala— habían solicitado ser declarados en desastre. Su respuesta fue clara, aunque poco espectacular: “En este caso, se hace una evaluación de la propia Coordinación de Protección Civil y de los Consejos”.
Censos, censos, censos
La ayuda no se entrega por decreto ni por presión mediática. Antes, decía la propia Sheinbaum, se prestaba a corrupción: se negociaban los apoyos con líderes sociales o ejidales, y buena parte del recurso se perdía en el camino. Hoy, el modelo va directo. Se levanta un censo, casa por casa, y el pago —sí, en efectivo— lo entrega el Banco del Bienestar directamente a la persona afectada.
Ariadna Montiel, titular de la Secretaría del Bienestar, lo explicó con una frase reveladora:
“El modelo que se ha adoptado, distinto al del pasado, la gente lo reconoce, la población, porque nos dicen: ‘Antes no nos llegaba nada; nos daban una despensa pequeña en el momento de la emergencia y después se iban’; y pruebas hay muchas.”
Según las autoridades, en Guerrero ya se ha terminado el censo en varios municipios de la Costa Chica. San Nicolás fue de los más afectados por su ubicación costera. En Oaxaca también se registraron daños, principalmente en parcelas de papaya. El protocolo, según explicaron, lo determina Protección Civil en conjunto con Conagua. Solo cuando esa evaluación está lista, Bienestar entra a censar.
Montiel aseguró que más de 400 brigadistas de todo el país participan en el trabajo territorial, y que los pagos comenzarán en cuanto se autoricen los montos. “Lo más pronto posible”, prometió la presidenta. “A más tardar la próxima semana”.
Y aquí es donde la inteligencia artificial y la estupidez humana se unen para opinar…
La tragedia exige inmediatez, pero el Estado opera con procesos. Ahí está la tensión. Quien perdió su vivienda o su siembra quiere soluciones ya. No quiere saber de Consejos ni protocolos. Pero saltarse los filtros técnicos nos lleva de vuelta al modelo viejo, ese que terminaba en corrupción o reparto político.
El huracán Katrina es un ejemplo que todavía duele en la memoria estadounidense: en 2005, el gobierno federal tardó días en reaccionar, pese a tener toda la capacidad económica y logística. El desastre rebasó al sistema, pero también al discurso. La lección es clara: la emergencia pone a prueba no solo la infraestructura, sino la confianza.
Y México, con todas sus carencias, al menos ha decidido evitar el camino corto. Censo por censo, pago por pago, bajo supervisión. ¿Suficiente? No siempre. ¿Perfecto? Mucho menos. Pero distinto, sí.
Y me vuelvo a preguntar: ¿quién en su sano juicio quiere ser Presidenta en medio de una tormenta?
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