La permanencia del descrédito: el caso de Carlos Loret de Mola y la paradoja del liderazgo de opinión
Carlos Loret de Mola ha sido señalado por participar en al menos dos montajes mediáticos transmitidos como noticias reales en televisión nacional: el caso Florence Cassez en 2005 y el supuesto rescate de migrantes en 2008. A pesar de estos episodios, ampliamente documentados como manipulaciones informativas, Loret sigue siendo una figura central del discurso opositor en México.
¿Cómo es posible que alguien con antecedentes tan cuestionables conserve su influencia como líder de opinión? La respuesta no es simple, pero se puede abordar desde varias dimensiones: sociológica, psicológica, emocional y mediática.
1. El sesgo de confirmación
En psicología, el sesgo de confirmación es la tendencia a aceptar más fácilmente información que refuerza nuestras creencias y a rechazar la que las contradice. En este sentido, quienes se oponen al gobierno actual encuentran en Loret una voz que valida su descontento. Su historial de montajes se convierte en un dato irrelevante frente a la urgencia de tener un contrapeso mediático.
2. Polarización y construcción del enemigo
Vivimos tiempos altamente polarizados. En contextos así, la ciudadanía tiende a alinearse con bandos, no con principios. La lógica deja de ser “¿qué tan confiable es esta persona?” y pasa a ser “¿está de mi lado o no?”. Loret, al convertirse en un crítico feroz del gobierno de López Obrador, gana puntos entre quienes rechazan a la 4T, aunque su pasado contradiga cualquier estándar de rigor periodístico.
3. Efecto de halo y posicionamiento mediático
Loret sigue apareciendo en medios importantes, tiene presencia constante en redes sociales, y forma parte de plataformas como Latinus, que refuerzan su marca como periodista combativo. A esto se suma su estilo elocuente, carismático y directo, que genera identificación emocional. El llamado “efecto de halo” hace que si alguien se percibe como inteligente, valiente o articulado, se le perdonen otros defectos.
4. Déficit de referentes confiables
También hay una escasez real de voces opositoras con peso mediático. Ante la percepción de que los medios tradicionales están alineados con el gobierno, figuras como Loret se posicionan como “valientes” por atreverse a confrontar al poder. En ausencia de una oposición política sólida, los comunicadores se convierten en actores políticos de facto.
5. Cultura del espectáculo
No se puede ignorar que los medios —y buena parte del público— valoran más el impacto que la veracidad. Un montaje bien producido puede ser más memorable que un reportaje riguroso pero sobrio. En este ecosistema mediático, la espectacularidad se convierte en una forma de poder. Loret sabe manejar ese lenguaje, y por eso sobrevive.
En resumen, la credibilidad de Carlos Loret de Mola no se sostiene por sus méritos éticos o periodísticos, sino por una combinación de necesidades sociales, polarización política, sesgos cognitivos y una cultura mediática donde el conflicto importa más que la verdad.
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