Claudia Sheinbaum en el G7: cuando México levanta la voz por la paz
La PresidentA de México, Claudia Sheinbaum Pardo, debutó esta semana como jefa de Estado en uno de los escenarios más exclusivos del poder global: la cumbre del G7.
Pero en lugar de plegarse al guion de los grandes, Sheinbaum hizo algo poco común: habló con voz propia.
Desde el corazón de Canadá, entre banderas y podios blindados, México pidió algo simple y urgente: paz.
La dignidad como carta de presentación
“Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz.” La frase de Benito Juárez cruzó el salón donde los líderes del G7 escuchaban a la PresidentA mexicana.
Y no era una cita casual. Era una declaración de principios. Un recordatorio de que México —ese país tantas veces marginado en la diplomacia de alto nivel— también tiene algo que decirle al mundo.
Diplomacia con acento mexicano
Claudia Sheinbaum no fue a hablar de poderío militar ni de supremacía económica. Su mensaje fue otro: el camino no es el armamentismo, sino la diplomacia activa.
La política —dijo— se inventó para evitar la guerra, para construir puentes, para no imponer, sino proponer.
Y ahí, ante líderes que discuten conflictos bélicos y tensiones comerciales, México se presentó como defensor del humanismo. Como un país que, lejos del protagonismo, apuesta por la cooperación y la justicia.
Una cumbre por el bienestar
No se quedó en los símbolos. La PresidentA propuso una nueva cumbre internacional: una que reúna a la CELAC, al G7 y a otras naciones con un solo objetivo: avanzar hacia un comercio justo y un desarrollo con rostro humano.
Una cumbre por el bienestar económico. Porque, como dijo en su discurso, la paz no solo es la ausencia de guerra. También es la presencia de oportunidades, dignidad y derechos humanos.
Migrar no debería ser un castigo
En medio de ese escenario global, Sheinbaum reservó un espacio esencial para hablar de las personas migrantes. No como cifras. No como problema. Sino como seres humanos.
Reconoció la labor, el esfuerzo y la dignidad de millones de mexicanos que viven en Estados Unidos. Pidió que se les respete, que se les reconozca. Que se les mire como lo que son: parte esencial de nuestras sociedades.
Un estilo de liderazgo diferente
Lo que ocurrió en Canadá no fue solo un acto protocolario. Fue una muestra del tipo de liderazgo que Claudia Sheinbaum quiere representar: uno que habla desde la historia, pero también desde el presente.
Uno que no se deja deslumbrar por los reflectores del poder, sino que utiliza la palabra como herramienta para proponer algo distinto.
México habló. Y el mundo escuchó
Frente al pragmatismo crudo de otros discursos, el de Sheinbaum pareció casi utópico. Pero también fue necesario.
Porque, en tiempos oscuros, recordar que la paz es posible no es ingenuidad. Es valentía.
Y porque cuando una PresidentA se para ante el G7 y habla de justicia, de dignidad y de humanidad, no solo representa a un país: representa una visión.
La visión de que otro mundo aún puede construirse.
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