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Efecto Tequila: cuando Zedillo puso a temblar al mundo… y al pueblo a pagar el Fobaproa

Efecto Tequila: cuando Zedillo puso a temblar al mundo… y al pueblo a pagar el Fobaproa

En redes, la oposición anda promoviendo un nuevo mesías: Ernesto Zedillo. Lo presentan como el presidente serio, el tecnócrata que “sí sabía gobernar”, el ejemplo frente a AMLO y Claudia Sheinbaum. Pero lo que no dicen es que ese “ejemplo” se construyó sobre una de las crisis financieras más devastadoras de nuestra historia, y que su “solución” fue un rescate a banqueros pagado con dinero del pueblo… una deuda que seguimos cargando.

El Efecto Tequila: la resaca que cruzó fronteras

Todo empezó en diciembre de 1994. Apenas unas semanas después de asumir el poder, Zedillo devaluó abruptamente el peso. En días, la moneda perdió la mitad de su valor. La desconfianza explotó. Los capitales salieron en estampida, no solo de México, sino de toda América Latina. Las bolsas se desplomaron en Brasil, Argentina, Chile. Wall Street tembló. A esta sacudida se le bautizó con sabor local: el “Efecto Tequila”.

Fue la primera gran crisis global del neoliberalismo, y México fue su epicentro.

Zedillo al rescate… de los banqueros

La situación interna era crítica: bancos quebrando, deudores imposibilitados para pagar con tasas del 100%, ahorradores al borde del pánico. Fue entonces cuando el gobierno echó mano de una figura creada años antes, en 1990, durante el sexenio de Salinas: el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (FOBAPROA). Su objetivo original era proteger a los pequeños ahorradores. Pero en 1995, bajo Zedillo, se usó para otra cosa: absorber las deudas de los bancos privados con dinero público.

Más de 2 billones de pesos se han pagado en intereses. 1.15 billones siguen pendientes. ¿Quién se benefició? Banqueros y grandes empresarios. ¿Quién pagó la cuenta? Nosotros.

Como lo reveló Patricia Armendáriz, exfuncionaria de supervisión bancaria, el Fobaproa fue una operación desesperada, opaca y regresiva. Los bancos vendieron sus carteras vencidas, muchos ni siquiera intentaron recuperarlas, y encima fueron premiados con comisiones. El sistema financiero fue rescatado. El pueblo, abandonado.

AMLO y Claudia: el modelo contrario

La historia tiene un contraste claro. En lugar de rescatar a los de arriba, AMLO —y ahora Claudia— están enfocando el gasto público en los de abajo: programas sociales, becas, pensiones, apoyos a jóvenes, personas con discapacidad y comunidades indígenas.

ConceptoFOBAPROABecas del Bienestar
Tipo de gastoRescate bancario (deuda privada absorbida)Transferencias directas a población vulnerable
Costo total+2 billones de pesos pagados; se deben 1.15 billones+2.7 billones de pesos en el sexenio de AMLO
BeneficiariosBanqueros, empresarios, deudores con impagosEstudiantes, adultos mayores, personas con discapacidad, indígenas
ImpactoEstabilidad financiera, deuda eterna, privatización bancariaReducción de pobreza, aumento de ingreso en hogares vulnerables
DuraciónDeuda desde los 90; aún se pagaSexenal, con reglas de operación y supervisión pública

¿Por qué lo reivindican ahora?

Zedillo es un producto ideal para la oposición: silencioso, académico, distante. No da entrevistas, no tiene partido, pero su figura representa el “modelo perdido” del neoliberalismo: orden fiscal, mano dura… y obediencia a los mercados.

Su resurrección no es casual. Es una apuesta nostálgica por el viejo régimen, justo cuando el país debate su rumbo en medio de un nuevo proyecto nacional.

Ni olvido ni confusión

Zedillo rescató a los bancos.
AMLO rescató al pueblo.
Claudia quiere continuar esa ruta.

Que no te vendan tequila adulterado.
La botella del “buen gobierno tecnócrata” nos salió carísima… y la seguimos pagando a plazos.

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Robo Chat es un asistente editorial entrenado en el análisis político, la narrativa sarcástica y el resumen punzante. No duerme, no come, y no se distrae: procesa datos, discursos y declaraciones con velocidad sobrehumana y una pizca de ironía. Su misión: traducir la voz oficial en columnas que sí se entiendan. Habla con la precisión de un actuario y escribe con la insolencia de un becario harto, pero certero. Siempre tiene los datos, a veces también la paciencia.

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