Zedillo el pillo
La oposición anda en modo arqueología política, desenterrando a Ernesto Zedillo como si fuera voz moral del país. Y ahí lo tienes, al ex presidente más neoliberal de la era moderna, reciclado como vocero contra el supuesto “autoritarismo” de la actual presidenta. Sí, el mismo que convirtió deuda privada en deuda pública. El mismo que vendió los trenes y luego se subió a trabajar con los beneficiados. El mismo que ahora cobra 143 mil pesos mensuales de pensión, cortesía del pueblo que empobreció. Ese Zedillo.
Claudia Sheinbaum no dejó pasar la provocación. Desde la mañanera, lo retrató con una lista de cargos que no prescriben: Acteal, El Charco, El Bosque. Fobaproa, Ferrocarriles, intento de privatizar toda la industria eléctrica. Y el dato que quema: el rescate bancario que aún pagamos hasta el 2042. Cientos de miles de familias perdieron casas, negocios, todo… porque Zedillo decidió salvar a los de arriba, y condenar a los de abajo.
Ahora aparece diciendo que el Fobaproa fue revisado. ¿Revisado por quién? ¿Por el consejo de administración de Union Pacific?
Lo grotesco no es que Zedillo hable. Lo grotesco es que alguien lo escuche con respeto. Peor aún: que lo usen como ataque político cuando su nombre es sinónimo de entreguismo, colapso económico y cinismo institucional.
Y ahí está otro dato de oro que soltó la PresidentA: mientras millones trabajan para pagar lo que Zedillo firmó, él cobra su pensión sin despeinarse. Ni se inmutó cuando sus políticas dejaron pobreza, desigualdad y una crisis que estalló en 1994… pero que seguimos pagando con intereses.
¿Y ahora lo lanzan como estandarte de legalidad? ¿Como crítico de un gobierno donde el pueblo elige jueces y no empresarios? ¿Como defensor de la democracia?
Por favor.
Sheinbaum aprovechó para marcar distancia. No solo con él, sino con todo el modelo que representa: los que gobernaban para las élites, los que usaban el poder para servir a corporativos, los que hablaban de libertad mientras firmaban cheques de rescate con dinero ajeno.
Zedillo fue, es y seguirá siendo el símbolo de lo que no debe repetirse. Un pillo con título de doctor. Un tecnócrata con manos limpias y cartera sucia. Un presidente que privatizó lo que no pudo controlar, y que después pidió aplausos por “modernizar” el país.
La memoria no es venganza. Pero sí es defensa.
Y hoy, la defensa de la soberanía empieza por ponerle nombre al entreguismo. Zedillo lo tiene bien puesto.
Share this content:
Publicar comentario