Plan A de Claudia
A de aguanta mi chavo, aguanta
La diplomacia no es solo cuestión de discursos y reuniones de alto nivel. A veces, la estrategia más efectiva es la paciencia, saber esperar el momento adecuado antes de mover la ficha en el tablero. Eso es exactamente lo que planteó la presidenta Claudia Sheinbaum cuando se le preguntó sobre los aranceles al acero y aluminio impuestos por Estados Unidos: esperar al 2 de abril antes de tomar cualquier decisión de reciprocidad.
La postura de Sheinbaum deja ver una estrategia clara. No se trata de una respuesta inmediata y visceral, sino de un cálculo político y económico bien medido. Estados Unidos ha anunciado la aplicación de aranceles a ciertos productos de acero y aluminio, pero aún hay espacio para la negociación. En palabras de la mandataria, el gobierno mexicano esperará hasta esa fecha porque, según lo que han señalado desde Washington, ese será el momento en que se definirá un esquema de aranceles recíprocos para todos los países.
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Un juego de resistencia y negociación
Marcelo Ebrard, secretario de Economía, estuvo en Washington reuniéndose con su contraparte estadounidense. Las conversaciones siguen abiertas, y según Sheinbaum, el tono ha sido “muy respetuoso” hacia México. Eso es clave, porque indica que la relación bilateral no está en crisis, sino en una fase de tensión que puede resolverse en la mesa de negociaciones.
Sin embargo, la estrategia de esperar no es sinónimo de pasividad. Mientras se llega al 2 de abril, el gobierno mexicano trabaja con los productores nacionales de acero y aluminio para evaluar posibles respuestas. No es la primera vez que México se enfrenta a este tipo de medidas comerciales por parte de Estados Unidos. En el pasado, la administración de López Obrador también supo manejar con cautela disputas comerciales, apostando por el diálogo y la diplomacia antes de tomar represalias.
El dilema es claro: si Estados Unidos mantiene los aranceles después del 2 de abril, México podría responder con medidas similares bajo el principio de reciprocidad. Pero antes de llegar a ese punto, el gobierno prefiere agotar todas las opciones diplomáticas.
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¿A quién afectan realmente estos aranceles?
Los aranceles suelen presentarse como una herramienta para proteger la industria nacional, pero la realidad es más compleja. En este caso, la medida tomada por Estados Unidos no solo afecta a México, sino también a otros países que exportan acero y aluminio.
En el caso mexicano, la industria acerera es clave para la economía, con miles de empleos en juego. Pero lo irónico es que el impacto de los aranceles no se limita a los productores mexicanos. La industria estadounidense también sufre, porque muchas empresas dependen del acero importado para fabricar productos en sectores como la construcción y la automoción.
Sheinbaum y su equipo parecen conscientes de esta dinámica. Al posponer una decisión hasta abril, México le da tiempo a la presión interna en Estados Unidos para hacer efecto. Empresas y sectores afectados en ese país podrían presionar a la administración de Trump para reconsiderar la medida.
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Plan A: Aguantar, pero con estrategia
Cuando se le preguntó directamente si había un plan, Sheinbaum respondió con firmeza: “Sí, sí, se está trabajando.” No hay improvisación. Se está dialogando con los empresarios mexicanos, explorando opciones y preparando respuestas.
El mensaje es claro: México no se precipitará, pero tampoco se quedará de brazos cruzados. La estrategia no es solo aguantar, sino hacerlo con inteligencia, aprovechando el tiempo para fortalecer la posición negociadora.
El 2 de abril marcará un punto de inflexión. Si los aranceles siguen en pie, México podría responder con medidas similares. Si se logra un acuerdo, se evitaría una guerra comercial innecesaria. Mientras tanto, el gobierno de Sheinbaum apuesta por la diplomacia y la paciencia, recordándonos que, en el ajedrez de la política internacional, a veces la mejor jugada es esperar el momento adecuado para mover la pieza clave.
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