Washington D.C., Línea Segura de la Casa Blanca
—Buenos días, señor presidente. Es un gusto saludarlo. —La voz de Claudia Sheinbaum era firme, pausada, con el tono diplomático que la ocasión exigía.
—Presidenta Sheinbaum, qué placer hablar con usted. Espero que todo marche bien en México. —respondió Donald Trump, con su habitual tono directo y seguro.
—Muy bien, gracias. Permítame felicitarlo por su discurso ante el Congreso. Fue un mensaje histórico para su nación y, sin duda, un reflejo de los logros extraordinarios de su administración.
Hubo un breve silencio al otro lado de la línea, y luego una risa leve.
—Aprecio mucho que lo diga. Ha sido un gran discurso, todos dicen que ha sido uno de los mejores. Grandes logros, sin duda.
Sheinbaum sonrió, sabiendo que había tocado el tono correcto. Trump disfrutaba el reconocimiento, y eso era clave en una conversación de este nivel.
—Por cierto, hablando de logros, quiero compartirle algunos resultados que muestran la excelente cooperación entre nuestros países.
Trump resopló levemente, pero escuchó.
—Nuestros equipos de seguridad han logrado,la reducción de las incautaciones de fentanilo del lado de Estados Unidos, en la frontera con México, en 41.5 por ciento.Esto es resultado del despliegue de 10,000 elementos de la Guardia Nacional en la frontera y de las nuevas revisiones en Aduanas. Sé que su administración ha estado enfocada en frenar esta crisis, y nuestros esfuerzos han dado frutos.
Trump carraspeó.
—Lo hemos visto, presidenta. Han hecho un trabajo decente. Aunque aún hay mucho por hacer.
—Por supuesto, y por eso es fundamental seguir colaborando. —Sheinbaum hizo una pausa antes de soltar la parte clave—. En ese sentido, presidente, me gustaría hablarle sobre los aranceles.
Trump no respondió de inmediato.
—México ha demostrado compromiso. Estamos haciendo nuestra parte para cumplir con lo que usted prometió a su gente: reducir la migración y detener el fentanilo. Pero estos nuevos aranceles afectarían nuestra economía y, en consecuencia, nuestra capacidad de seguir colaborando con la misma intensidad.
Trump chasqueó la lengua.
—Mire, presidenta, entiendo su punto, pero las tarifas son parte de una estrategia más amplia. Estados Unidos no puede seguir perdiendo en el comercio internacional.
Sheinbaum no dudó.
—Y México no puede perder su capacidad de cooperación. Si tenemos más margen económico, podemos reforzar aún más la seguridad. De hecho, estamos listos para implementar nuevas medidas en la frontera que ayudarán a que menos migrantes lleguen a su país.
Trump quedó pensativo.
—Entonces, ¿usted me dice que necesita espacio para seguir ayudando?
—Exactamente, presidente. Si los aranceles se mantienen, será más difícil sostener estos operativos.
Trump suspiró.
—Está bien. Vamos a hacer esto: aplazaremos los aranceles hasta el 2 de abril. Luego, lo revisamos de nuevo.
Sheinbaum sabía que era lo máximo que podía obtener en ese momento.
—Le agradezco su disposición. Sé que trabajamos por un objetivo común y que esta relación de respeto mutuo es clave para nuestras naciones.
Trump asintió, aunque ella no pudiera verlo.
—Bien, presidenta. Hablaremos pronto.
La llamada terminó, y con ella, un nuevo capítulo en la relación entre ambos países.
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