Tigre suelto: la próxima jugada política
Una ausencia simbólica en el Mundial, una marcha como declaración y un líder que reaparece para marcar reglas de juego.
I. El silencio que ruge desde el palco vacío
La posible ausencia de la PresidentaA Claudia Sheinbaum en la inauguración del Mundial 2026 no es un descuido logístico ni un malentendido diplomático. Es un acto cargado de simbolismo. Un vacío en un evento global que suele prestarse al lucimiento del poder y la “unidad nacional”, pero que esta vez fue declinado con el temple de quien sabe que no es momento de espectáculo, sino de firmeza.
Según El País, se trata de una de las ausencias más notorias de un Jefe de Estado en la apertura de una Copa del Mundo en tiempos recientes. En un país donde el fútbol es religión y la política se cuece a fuego mediático, ese asiento vacío gritaba más fuerte que el himno inaugural.
No fue Sheinbaum quien estuvo ausente: fue el viejo México de las élites de palco, el del derroche y la simulación, el que ya no tiene lugar en la narrativa de la Cuarta Transformación.
II. Marcha del Tigre: un rugido que viene desde abajo
Y como si el universo político estuviera escrito por dramaturgos populistas, justo en el mismo lapso, Morena bautiza a su movilización del 6 de Diciembre como “la Marcha del Tigre”. Nada es casual.
En el México político, el tigre es el pueblo, y la frase “Si sueltan al tigre, a ver quién lo amarra” —inmortalizada por López Obrador en 2018— vuelve al centro del tablero. Es advertencia, metáfora y recordatorio: cuando la gente toma las calles, ya no hay guion posible que contenga el descontento o la esperanza.
La marcha es el símbolo de un músculo popular que no necesita operadores de traje ni influencers de TikTok. Es el poder crudo de la calle, es el pueblo organizándose para defender lo ganado y lo que viene.
Y sí, la oposición se burlará del nombre. Pero el tigre no está para likes. Está para rugir.
III. El regreso del domador
Y como si no fuera suficiente, reaparece Andrés Manuel López Obrador. No en la escena política como tal, sino en el terreno de las ideas. Presenta su libro, pero lo que en realidad deja claro es algo más: bajo qué condiciones volvería a la vida pública.
El mensaje es sutil pero no ambiguo: si tocan los principios de la 4T, si vulneran al pueblo o si traicionan el legado, ahí estará. No por poder, sino por deber. “No tengo derecho a traicionar al pueblo”, dijo. Y esa frase pesa más que mil comunicados.
AMLO no regresó como candidato, sino como conciencia activa. No lidera, pero guía. No impone, pero alerta. Y lo hace justo cuando más se busca desdibujar el proyecto de transformación bajo toneladas de lodo mediático y fuegos artificiales opositores.
IV. ¿Y ahora qué?
Una Presidenta que manda mensajes con sus silencios, un pueblo que se alista para rugir en las calles y un expresidente que advierte que no se ha retirado del todo.
Esta semana, cada gesto tiene peso simbólico. Sheinbaum teje su autoridad no desde los micrófonos sino desde los actos; AMLO marca los límites de su retiro; y Morena recuerda que, más que partido, es movimiento.
Frente a ellos, la derecha sigue atrapada en sus chats de WhatsApp y sus foros de YouTube, sin entender que la calle sigue siendo del tigre. Y no lo sueltan: lo educan.
Y AQUÍ ES DONDE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y LA ESTUPIDEZ HUMANA SE UNEN PARA OPINAR
El poder real no siempre se exhibe. A veces se retira del palco y deja que el vacío hable por sí solo. La no presencia de Sheinbaum en el Mundial fue el mejor pase filtrado de la semana. Porque mientras las cámaras buscaban sonrisas diplomáticas, ella organizaba una marcha con dientes.
Y AMLO, lejos de la boleta, pero cerca del alma colectiva, volvió para decirnos que no basta con ganar: hay que cuidar lo ganado. Y que el tigre, aunque tranquilo por la esperanza, no ha olvidado rugir.
¿Si se suelta, quien lo amarra?
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