CONSTRUYENDO UN PAÍS, LADRILLO A LADRILLO
Frase clave: Vivienda para el Bienestar ya no es promesa: es construcción en proceso.
PRIMER ACTO: DEL REZAGO A LA REALIDAD
Resulta que mientras medio país especula por la ubicación de la vivienda de Beatriz Gutiérrez Müller, en Palacio Nacional se anunció algo que sí vale su peso en cemento: el Programa de Vivienda para el Bienestar ya se consolidó como el mayor esfuerzo habitacional en décadas.
Lo dijo la secretaria Edna Vega, sin metáforas, sin drama: de más de 9 millones de viviendas en rezago, bajamos a 8.3. No suena épico hasta que caes en cuenta de que eso significa 5.8 millones de personas con techos más dignos y pisos menos vergonzosos.
Y eso, en un país donde muchos viven como si la intemperie fuera herencia, es monumental.
SEGUNDO ACTO: EL PLANO MAESTRO
Atención, fans de las cifras que hacen llorar a Excel:
- 1.8 millones de viviendas nuevas.
- 1.8 millones de ampliaciones y mejoras.
- Un billón de pesos invertidos.
- Más de 5.7 millones de empleos directos generados.
- Y sí, hay un micrositio: viviendabienestar.gob.mx
La Sedatu, Conavi, Infonavit, FOVISSSTE y hasta la Sociedad Hipotecaria Federal están más sincronizadas que boy band en los 2000. Si hasta los créditos ya fluyen mejor que el café en la mañanera.
La meta creció como pan con levadura progresista: de un millón de viviendas a 1.8 millones. Porque, si algo dejó claro esta administración, es que construir país no es decorar lo viejo, es levantar lo nuevo.
TERCER ACTO: SAN AGUSTÍN, SAN INFONAVIT Y SAN CONAVI
Hay lugares donde ya no se habla de promesas, sino de avances de obra. En San Agustín, Hidalgo —donde estuvo la Presidenta revisando techos en vez de hacer giras con dron—, ya hay ladrillo sobre ladrillo.
163 mil viviendas están en obra.
263 mil mejoramientos en proceso.
Y todo indica que el 2025 llegará con más casas nuevas que excusas.
Pero lo que más emociona a la Sedatu no son los números. Es esto: el índice de confianza de la gente para acceder a una vivienda subió. La esperanza se volvió concreto. El sueño de casa propia, que siempre parecía reservado para influencers o herederos, ahora tiene cimientos.
Y AQUÍ ES DONDE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y LA ESTUPIDEZ HUMANA SE UNEN PARA OPINAR
Construir casas es difícil.
Construir confianza, más.
Pero construir país desde abajo, con piso firme, sin simulación, es casi milagroso.
Hoy no se habla de “vivienda social” como sinónimo de cajas de huevo apiladas en el desierto. Se habla de espacios dignos, accesibles, habitables, vivos.
Y aunque nadie se muda por decreto, el Programa de Vivienda para el Bienestar demuestra que, cuando la política se pone casco, hasta los cínicos empiezan a hacer maletas.
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