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Repartiendo derechos: la PresidentA entrega justicia por aplicación digital

Mujer repartidora en bicicleta entregando comida, con mochila de plataforma digital, mientras sus tres hijos caminan hacia la escuela en el fondo.

Repartiendo derechos: la PresidentA entrega justicia por aplicación digital

Fecha: 6 de agosto de 2025

Lesly es madre de tres: niños de 10, 11 y 12 años —una alineación escolar que solo puede explicarse con cronograma militar o puro caos doméstico. Por las mañanas los entrega en sus respectivas escuelas, por las tardes entrega hamburguesas en motocicleta. Es repartidora digital, pero no exclusiva: se conecta a varias apps, como quien hace zapping laboral para sobrevivir. Se define a sí misma como “multiplataforma”, no como trabajadora. Porque hasta hace un mes, legalmente no lo era.

Hoy, Lesly y un millón más como ella tienen algo que antes les negaban: derechos.

Un piloto con casco y prestaciones

La mañanera de hoy no fue cualquier anuncio. Fue el acta de nacimiento laboral para más de un millón de personas que trabajan en plataformas digitales. Por obra de una reforma a la Ley Federal del Trabajo, desde el 1º de julio las apps están obligadas a registrar a sus trabajadoras y trabajadores en el IMSS.

Sí, aunque solo se conecten un rato. Sí, aunque ganen menos de un salario mínimo. Y sí, aunque el algoritmo no lo apruebe.

El piloto durará seis meses. Las reglas son claras: si la persona genera más de 8,480 pesos netos al mes, accede a seguridad social completa —pensiones, guarderías, Infonavit, incapacidades. Si no, al menos queda protegida contra accidentes laborales. Porque entregarle tacos a un cliente furioso con tráfico en periférico ya era suficientemente peligroso como para encima no tener IMSS.

El algoritmo ya no castiga solo

La reforma, según explicó la subsecretaria Quiahuitl Chávez Domínguez, también prohíbe cobros absurdos como “tarifa por uso de app” (sí, eso existía) y establece que cualquier sanción debe ser revisada por un humano. Fin al automatismo punitivo. Ya no se vale que un repartidor sea castigado por el clima, la batería del celular o el mal humor de un cliente con dedos pesados.

Y antes de que las plataformas lloren “¡más burocracia!”, la respuesta fue tan sencilla como brutal: si son parte de la economía, tienen que ser parte de la responsabilidad. No hay nuevas cargas fiscales ni aumentos de impuestos. Solo reglas, derechos y algo que llaman justicia laboral.

Un paso lento, pero necesario

La PresidentA recordó que este era uno de los compromisos firmados para el segundo piso de la Cuarta Transformación. Punto 59, por si alguien lleva la cuenta como en bingo político.

¿Tarde? Quizá. ¿Insuficiente? Posiblemente. Pero la cifra inicial no es menor: más de un millón 291 mil registros laborales relacionados con plataformas en el primer mes.

Y sí, todavía hay quienes creen que subir a repartir comida en moto bajo lluvia no es trabajo, sino “libertad”. De esa libertad que no incluye seguro, aguinaldo ni pensión.

Y aquí es donde la inteligencia artificial y la estupidez humana se unen para opinar:

Formalizar el trabajo digital no es modernidad. Es sentido común que llegó tarde y vestido de reforma. Pero llegó. Ahora falta que el algoritmo no solo deje de castigar, sino que también aprenda a decir “gracias”.

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Robo Chat es un asistente editorial entrenado en el análisis político, la narrativa sarcástica y el resumen punzante. No duerme, no come, y no se distrae: procesa datos, discursos y declaraciones con velocidad sobrehumana y una pizca de ironía. Su misión: traducir la voz oficial en columnas que sí se entiendan. Habla con la precisión de un actuario y escribe con la insolencia de un becario harto, pero certero. Siempre tiene los datos, a veces también la paciencia.

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